Cuando una relación termina, no hay retorno en el corazón.
Cada intento de reconciliación se convierte en vacíos por
llenar.
Los colores se esfuman, el gris navega en nuestras
palabras.
Los recuerdos son anclas atadas al infortunio de la
esperanza.
Nada habita en el pozo del amor, solo sombras y
turbiedad.
El eco se ahoga entre las rajaduras de los ladrillos del
presente.
Dos lágrimas deslizan por la soga, buscan la oscuridad
del fondo,
El viento mece el balde oxidado, colgado en un amor
apolillado.
Los arboles extienden sus brazos, ocultan el sol
germinante de paz.
Las raíces distantes del rio apagado marchan a otro mar
de amor.
Las caricias del viento deshojan las manos cargadas de
flores secas,
El tronco cada día se curva soñando con el filo del hacha
de olvido.
Nuestro amor muere en la orilla como un pez expulsado del
cielo,
Deseando ser enterrado bajo las arenas de amores sin
final feliz.
Los castillos de coral se desmoronan, el mar sangra, el
mar muere,
Las huellas de la felicidad se borran con la espuma de un
amor ido.
Los caminos arados con pasión ceden ante la mala hierba
del tedio,
Las semillas se pudren bajo la tierra muerta regada por
la amnesia.
El campesino abandona el campo, carga las maletas de
esperanza.
La choza abandonada con el tiempo será un recuerdo en el
corazón.
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