Las estaciones maquillaron mi soledad.
Ayer, niños pateaban una bola de paño,
Hoy, ya hombres, enfrentan la adversidad.
Mis cabellos negros cayeron
en el invierno,
Las arrugas surcaron en mi rostro de adultez,
Mis brazos olvidaron su
fuerza de juventud,
Un bastón marca mis pasos
añorando mi niñez.
Los recuerdos alimentan mi amor de juventud,
La lozanía de mi vida sin final de primavera.
Sin manos ajenas para perturbar mi quietud.
Acariciando suspiros, viviendo en eterna espera.
Mis años habitan en nubes de laberintos sin retorno,
Cabalgando sobre sueños perdidos, caminos roídos.
Pero, las arenas de mi tiempo se
desvanecen, se agotan,
Los últimos susurros de la vida acarician
mis oídos:
Recuerdos, dolores, quietudes, añoranzas sin felicidad,
Pensamientos, sueños idos, suspiros cargados de dolor.
En esta soledad, una mariposa baña mi alma con sopor,
Mi día negrea, mi alma parte hacia una vida de eternidad.