martes, 19 de mayo de 2020

LOS ALMANAQUES

Los almanaques marchitaron cada año.
Las estaciones maquillaron mi soledad.
Ayer, niños pateaban una bola de paño,
Hoy, ya hombres, enfrentan la adversidad.

Mis cabellos negros cayeron en el invierno,
Las arrugas surcaron en mi rostro de adultez,
Mis brazos olvidaron su fuerza de juventud,
Un bastón marca mis pasos añorando mi niñez.

Los recuerdos alimentan mi amor de juventud,
La lozanía de mi vida sin final de primavera.
Sin manos ajenas para perturbar mi quietud.
Acariciando suspiros, viviendo en eterna espera.

Mis años habitan en nubes de laberintos sin retorno,
Cabalgando sobre sueños perdidos, caminos roídos.
Pero, las arenas de mi tiempo se desvanecen, se agotan,
Los últimos susurros de la vida acarician mis oídos:

Recuerdos, dolores, quietudes, añoranzas sin felicidad,
Pensamientos, sueños idos, suspiros cargados de dolor.
En esta soledad, una mariposa baña mi alma con sopor,
Mi día negrea, mi alma parte hacia una vida de eternidad.

sábado, 4 de mayo de 2019

A PESAR DE ESTOS AÑOS



A pesar de estos años carcomidos por una vida sin sentido,
Cadenas pesadas me aprisionan a un torbellino de recuerdos.
Cada día recorro los laberintos sombríos de mis pensamientos,
Tratando de encontrar un ovillo de olvido para un amor perdido.


Aprendí a sobrellevar está herida navegando un rio de quimeras,
Sobre una barca construida con hojas muertas, arrastrada al vacío.
Y al llegar a la caída de una cascada profunda de eterno olvido
El dolor de su amor regresó al inicio del rio, la barca de mis penas.


Comí del fruto prohibido tratando de olvidar su aroma y querer,
Sacié mi sed de amor degustando copas de ambrosia del leteo.
Cuando la oscuridad del presente ocultaba las imágenes del ayer
Un rayo de sol penetro en mi laberinto aprisionando mis recuerdos.


Supliqué al padre del olvido bendecirme con unas breves caricias,
Pero el silencio del ayer respondió a mi pena negando su dulzura.
Guie mis latidos hacia una pampa lejana para encontrar sepultura,
Pero hallé más desconsuelo bajo un muro con cadáveres de acacias.


Ahora me marchito abrigado por los recuerdos de un amor perdido,
Aprisionado entre cadenas fundidas de melancolía y sueños rotos.
Añorando la primavera con aves de olvido y el calor de ayeres vacíos,
El otoño de sueños renacidos y el frío ardiente de su amor ausente.


viernes, 31 de agosto de 2018

LA LAGARTIJA DE FRAY RAMON DE ROXAS




Hallábase leyendo el oficio en su celda de la Recolección, cuando tiro súbitamente el breviario y lanzándose a la galería, gritó al sacristán:

- ¡Pronto, Juan! Vamos, unas cataplasmas. ¡Pronto!. El sacristán atento siempre a estos arrebatos, se fue detrás de Fray Ramón que volaba sobre las conventuales calles metropolitanas, hasta llegar al bajadero del río del Arenal, en donde encontrara a un hombre que se estaba ahogando…!

Rápido, febricitante, corrió el fraile y cortó el lazo, y cuando tornó á sus sentidos, le dijo, como si estuviese sabido de todo:

-  Desventurado! Cómo dejas a tu esposa y a tus pequeñuelos. Te salvas pero a ellos les condenas a una vida de miserias. Crees que Dios mira con agrado estos sacrificios.

¡Padre Ramón…!

-  ¿Cuánto debes? Toma aquí tienes esta joya. Es una lagartija de esmeraldas. Ve donde el prestamista, sino conoces, cualquier covachuelista te lo indicará. Trabaja y cuando tengas el dinero la redimes.

Como en sueños el hombre y el sacristán vieron que Fray Ramón tomo de la hojarasca una lagartija y envolviéndola en un papel la dio al ahorcado. Luego se levantó y bendiciéndole, le dijo:

-  Anda, hermano. Piensa que socorro de abajo puede ser socorro de arriba, que Dios te bendiga y te haga bueno. Amén.

El hombre se quedó como quien ve visiones, como si le hubiesen arrojado un puñado de royos en los ojos.


Refiere la leyenda que algún tiempo después, cuando Fray Ramón, iba de camino a Lima, de donde no tornó jamás, el hombre del Arenal, corrió tras él hasta darle alcance en el Realejo, para entregarle la lagartija de esmeraldas.

-   Bueno hijo, has hecho bien, pongámosla entre la hierba porque la pobrecilla tiene mucho tiempo de no comer.

-  Anda, hermana lagartija, continuó, a seguir errando por el monte.

Y el hombre del Arenal vió al animalito correr entre la hojarasca.

Gustavo A. Prado
San Salvador, enero de 1926

Revista El Ateneo de El San Salvador 

miércoles, 29 de agosto de 2018

VACIOS POR LLENAR



Cuando una relación termina, no hay retorno en el corazón.
Cada intento de reconciliación se convierte en vacíos por llenar.
Los colores se esfuman, el gris navega en nuestras palabras.
Los recuerdos son anclas atadas al infortunio de la esperanza.

Nada habita en el pozo del amor, solo sombras y turbiedad.
El eco se ahoga entre las rajaduras de los ladrillos del presente.
Dos lágrimas deslizan por la soga, buscan la oscuridad del fondo,
El viento mece el balde oxidado, colgado en un amor apolillado.

Los arboles extienden sus brazos, ocultan el sol germinante de paz.
Las raíces distantes del rio apagado marchan a otro mar de amor.
Las caricias del viento deshojan las manos cargadas de flores secas,
El tronco cada día se curva soñando con el filo del hacha de olvido.

Nuestro amor muere en la orilla como un pez expulsado del cielo,
Deseando ser enterrado bajo las arenas de amores sin final feliz.
Los castillos de coral se desmoronan, el mar sangra, el mar muere,
Las huellas de la felicidad se borran con la espuma de un amor ido.

Los caminos arados con pasión ceden ante la mala hierba del tedio,
Las semillas se pudren bajo la tierra muerta regada por la amnesia.
El campesino abandona el campo, carga las maletas de esperanza.
La choza abandonada con el tiempo será un recuerdo en el corazón.

jueves, 5 de julio de 2018


QUERIDO DIOS



Querido Dios,

Desde un paraje perdido en este desierto llamado Ocucaje, tan inhóspito para los seres humanos pero habitado por nuestros hermanos olvidados. Bajo el manto más oscuro de esta noche donde las estrellas adquieren un brillo de muerte y abrigado por el frío de los vientos nocturnos, te envio mis palabras hacia lo más profundo en tu inmensidad.

Aún sin comprender lo indescifrable de tu voluntad, por tu divina gracia cumpliste el anhelo de las lejanas noches de mi adolescencia.

Una mañana de invierno, sobre la cima de la duna más alta de Orovilca, como Afrodita emergiendo de un mar de arena, la hija de la reina de la noche eterna de los tiempos se presentó ante mí. Igual a una rosa negra arrancada del jardín del Edén cuya belleza no perece, logró desnudar el sueño más profundo de mis recuerdos. Su cabello largo color muerte. Su piel luna llena resaltada por el vestido tan brillante como la luna nueva. Sus labios con aroma a veneno de culebras. Su voz tan dulce como los dátiles soleados. Su mirada penetrante, como mil paracas furiosas, trastocó todo mi ser. Ella hizo germinar un sentimiento en este mi vacío existencial llamado mi soledad.

Por varias noches conversamos sobre la cima de aquella duna. Cada detalle de nuestra vida presente, pasada y olvidada lo anotamos con fuego en nuestro interior. En nuestras almas bebimos muchos viñedos de eternidades. Caminamos océanos, navegamos montañas. Purificamos nuestros cuerpos bajo las aguas de todas las lagunas de este valle. No existía entre nosotros alegría llena de tristeza, ni tristeza sin alegría. La felicidad nos fue entregada por tu indescriptible voluntad.

El tiempo transcurrió, más la reina de la noche eterna de los tiempos, envidiosa del amor, reclamaba su hija perdida. En un soplido lleno de maldad las arenas de la pasión se dispersaron, el camino lo cubrió con espinos de olvido. En cada paso provocaba dolor en nuestros corazones. Intentamos seguir unidos bajo el lazo de la eternidad, pero las Moiras del desamor con sus filosas tijeras de envidia cortaron la esperanza en nuestros corazones.

Una mañana, cuando la aurora anunciaba su llegada, al mirarla para hacer renacer este amor... ya no estaba. Gire para mirar todo el camino recorrido... ya no estaba. Como Eurídice, su presencia me fue arrancada con los primeros rayos del sol.  Ella se perdió con la última niebla de la noche eterna. Un sol de soledad empezó a incendiar mi camino lleno de espinos. Solo mis lágrimas de dolor apagaban el fuego de mis pasos perdidos.

Mi querido Dios, han transcurrido cincuenta años desde la despedida y desde entonces recorro este inmenso desierto bajo la sombra de la noche preguntándome: si las personas llegan a nuestras vidas para  dejarnos cicatrices profundas de dolor, o tan solo para hacernos recordar que la felicidad es un espejismo efímero bajo las aguas de esta mal llamada vida.



LA BARCA DE SUEÑOS



La barca navega sobre el océano de la vida. El equipaje lleno de sueños por realizar. Una sonrisa, la marca de la distancia por llegar. De pronto, el viento apaga sus palabras, un escalofrío recorre tu interior desfigurando tu sonrisa. Amarras la vela al mástil, lanzas el ancla, observas como la cadena se va perdiendo en la oscura profundidad de la vida.


Levantas la mirada para observar la distancia incierta por recorrer bajo ese horizonte color fuego. Empiezas aceptar que no existe más distancia por navegar. La vida se detiene allí mismo. Tus sueños se truncan, se pierden como esa flecha de metal que continua descendiendo en busca de un sueño en las profundidades de los anhelos de otros.


Escuchas el aleteo de tus sueños volando al nido de las barcas vecinas. Empiezas a borrar la existencia del puerto al cual todos llegaran, excepto tú. A sentir el dolor de renunciar a moldear tus sueños sobre la fragua de la vida. No todo es para todos, pocos serán los bendecidos con finales felices. Otros navegaran sobre los restos de sus sueños marchitos.


La vida empieza a extinguirse con el atardecer. La noche cubre con su manto de muerte. El viento frio se convierte en el abrigo en la oscuridad. Las estrellas en el cielo ahora brillan para otros.


Levantas el ancla, te recuestas sobre el lecho de cenizas de tus sueños. Observas las estrellas apagarse lentamente mientras la barca se funde en el mar de la eternidad.


Cierras la cortina a la vida entregando en un postrer suspiro tu último pensamiento apagándose: “Cuando los sueños se truncan, solo la muerte da paz”.